trozos de otros tiempos y de otros suelos y de otra vida
Si teníamos hambre masticábamos ciudades.
Si teníamos sed nos cambiábamos el nombre y rompíamos los vasos después.
Yo siempre estaba en primera fila, ávida, con todas y cada una de las ganas.
Apretaba los labios y no los dientes. Me fascinaban los atardeceres. Me quitaba la ropa despacio.
Me sobraban los besos.
Me sobraban los besos.
No quiero que vuelva aquel sonido. Mi risa ahora suena distinta. Pero era bueno saberse loca, capaz y
eterna.
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