25.3.12

"y lo mejor va a ser que bailemos juntos,
porque así bailamos mejor"

23.3.12

Acostumbraos, pies,
a estos nuevos zapatos de primavera.

Acostumbraos, ojos,
a tantas flores.

Barcelona no es una ciudad cualquiera en la que quitarse la ropa.
Sevilla no es una ciudad cualquiera en la que dejarse la piel.


La revolución ha entrado en mi cuerpo
y no piensa someterse.



21.3.12




Soñábamos ser Blanca y bailar en blanco y negro.
Soñábamos ser asfalto y empaparnos
y ser un montón de ciudades y un montón de luces.

Soñábamos con que iban a querernos así.

Desprendíamos calor.

El mundo nos miraba. Mientras, nos tragábamos la necedad

y reíamos.

Era fácil, a veces.


Fragmentos inconclusos e historias partidas y corazones sedientos y medio millón de acordes tristes que cantaban nuestro nombre pero que jamás lograban tirarnos al suelo.

Parecía fácil no caer al suelo.



Por el cielo de Madrid pasan muchas cosas, menos mi vida.

Ahora agarro el tiempo entre los dientes
sobrevivo
sonrío
bailo despacio
y el suelo a veces es jodidamente frío
y otras veces -algunas- puedo
volar.




18.3.12

de cómo salir ileso
o cómo encontrar motivos.

Nadie dijo nada de límites.

No soy los colores que me pintáis, las canciones que creéis que canto o las palabras que digo para calmar vuestros oídos.
No soy lo que pensáis.
No soy a la que leéis, a la que desnudáis o a la que creéis querer.

Soy otra cosa.

Tengo un millón de disfraces con los que vestirme para vosotros
y jamás vais a descubrir quién soy.

Jamás vais a querer.




Pero
"Nada me para cuando empiezo a crecer".


14.3.12


Pienso en asfalto, pero el mar sigue en mi.
Acaricio las calles pero las gaviotas aún me sobrevuelan.
Siempre lo harán.
He soñado con pueblos azules y faros.
Estaba sola. Pero tú estabas conmigo.

12.3.12

Andar

"Cuando terminó el verano atravesaba la ciudad encima de una bicicleta floja, de tornillos tan desajustados que avanzaba con el constante miedo de caerse en la próxima esquina. Llevó esta sensación a sus sueños - volaba, caía y se levantaba de nuevo.
Sea cual fuera el desafío por el cual se despertaba por las mañanas, vivía el resto del año con el cuerpo en posición de alerta."


Lena Topler
Extraído del libro "Para mi Alicia"



8.3.12

Frío en las camas donde nunca antes se atrevió a pasar el invierno.
Almohadas mojadas y el sexo escondido.
Las escaleras vacías de pasos
y las ciudades oscuras maldiciendo los besos que nunca van a ver.
Los niños sin nombre,
la bombilla de la cocina fundida,
mis pies descalzos sin suelo que pisar.
La tempestad.
Los Domingos por la mañana.
La infancia.
He tenido un día terrible en el trabajo.
Las canciones que permanecerán en el desconocimiento y los paraísos perdidos.
El mundo con las ventanas cerradas.
Los paréntesis y la piel cubierta de verano en un hostal de carretera.
Estás guapa recién levantada.
La madrugada en la que comenzó todo, la tarde en la que pudo haber terminado.
Todos los lugares poniéndose guapos para la foto
y mi corazón dándose entero y solo por todos los rincones de este planeta.
La cantidad ingente de miradas furtivas que no sugieren nada
y el camión de la basura.
Vamos, ¿no ves que llegamos tarde? Pero nos da tiempo, tal vez, a un polvo más encima de la mesa.
Las cortinas abiertas, el vecindario feliz.
Los perros sin amor que ladran por las noches,
el pueblo con mar que tenía la casa perfecta y era azul.

Las estaciones no son una cuestión climática. Voy a comprar todos los vestidos de primavera que existan y voy a seguir coleccionando mapas toda la vida.



Siempre
la misma
sustancia
para
componernos.

Siempre hechos de lo mismo.

7.3.12


No nos sabíamos las reglas pero jugábamos cada día.
Nos reíamos en la cara de un mundo que parecía querer reírse de nosotros. Éramos más rápidos, más bellos, más locos.
Éramos inmortales.
Flotábamos sobre las ciudades como si fuéramos nubes. Etéreos.
Éramos salvajes, fuertes, sedientos.
Indestructibles.
Nos pasábamos el sexo de la boca al puño, y del puño al corazón. Teníamos un lenguaje preciso y sutil de manos y un excéntrico gusto para elegir las personas que no se salvarían. Teníamos hambre de kilómetros y los bolsillos repletos de aire.
Sabíamos de antemano que el mundo no era tan frío, ni tan cruel, ni tan listo. Partíamos con ventaja. Echábamos a correr y las esquinas se doblaban para vernos pasar.
Éramos dioses poniéndole trampas a todos los verbos que hablaban de compromisos, futuros y temores.
Éramos más rápidos y pisábamos más fuerte.
Y estábamos dispuestos a arriesgar la propia vida por seguir sintiéndonos tan vivos.



Te dice: fíjate,
mira mis manos, ¿ves?,
no pesan nada, ¿ves?,
están flotando ¿ves?.*