7.11.15

"Lo personal es político"

y yo hago de mi cuerpo la tierra de la resistencia,
el campo de la contestación,
los caminos inescrutables de la austeridad.

Y hago de mi sexo un escondite
y miento diciendo que estos cuchillos afilados protegieron siempre
mi territorio.

Convierto mi sangre en mil razones para salvarse primero,
siempre,
a una misma.
Convierto mis manos en banderas y mi estómago en principio,
identidad
y rabia.

Hago de mis límites una continua desobediencia que,
aunque no siempre fue,
comienza a tensar cada una de las cuerdas
que alguna vez me rozaron.

Dejo pasar la brutal belleza de la tristeza
sólo a cambio de un poco de luz.
Miro el cuerpo de lo que fui flotando río abajo
y me araño los brazos para evitar ir a salvarlo.

Me he sacrificado a mi misma
sólo para conseguir habitarme.
He quemado todas las pistas
para no encontrar las puertas de emergencia.

He ganado,
aunque a veces no lo parezca.

13.4.15

Nunca he podido soportar tanta sensibilidad.
Ni yo
ni el mundo.

Hay una familia comiendo en un salón con tapetes en la televisión, figuritas con forma de cisne, cuadros en relieve con niñas con grandes mofletes vestidas de rosa.
Esa familia mira su plato. En la sopa flotan pedazos de pan.
Esa familia no se mira, ni habla.
La banda sonora es un reloj tic tic tac tac que cada hora cruza el espacio como una estrella fugaz; breve e inalcanzable. 
Esa familia son todos mis vínculos.
Esa familia no es capaz de mirarse a sí misma. Encima de la mesa hay una botella de vino, migas y algo siniestro en su manera de amar. Al fondo del pasillo gotea el el lavabo del baño y la pena se mezcla con la sopa de arroz y cebolla.

Nunca he podido convivir con mis explosiones.
Ni yo
ni el mundo.

Existe una isla en el mundo que un día intentó acabar con nosotros. Tú tenías un puñal detrás de la espalda y yo un AS en la manga. No quería jugar mis cartas,
era dejar de quererte,
dejar de existirnos. Pero la isla estaba segura de querer acabar con nosotros.
Hubo dos tormentas, carreteras de tierra y yo tenía que pedalear para mantenernos vivos. El aire a veces soplaba en contra y la isla tenía forma de U. Nuestros extremos complicaban mi lucha,
tu lengua entorpecía mi búsqueda.
La isla nos quería muertos.

Nunca he podido pertenecerme a mi misma.
Ni a mi misma
ni al mundo.

Un día habité en mi despensa. Era una despensa por donde pasaban muchas personas, pero por la noches se convertía en mi territorio. A veces encendía la luz de la cocina para que la oscuridad guardase mis secretos. 
Yo era un ratón que hacía guardia a los cereales y a los tormentos,
yo era una polilla perdida que se había quedado a vivir en una corriente de aire caliente,
yo era la despensa y los cereales y el chocolate se convertían en mi cuerpo. 

Extrapolaba los limites, habitaba la despensa por no habitarme a mi misma.
Convivía con la luz de la cocina por no convivir con nuestro falso amor.
Soportaba la frialdad de las baldosas para no sentarme a la mesa con vuestras pesadillas.

Nunca he podido saberme enteramente viva.
Ni a mi, 
ni a la vida.
Y sin embargo nunca he parado de palpar a oscuras este espacio de tiempo que me dieron,
este pedazo de espacio que me fue concedido,
estos límites físicos,
 este cuerpo,

 esta poesía que yo misma hice surgir.
Siempre fue el Aduela un epicentro y yo un planeta, 
tonto y cobarde,
dando vueltas despacio. Acercándome. Quemándome. Huyendo espantada.
Siempre fueron vuestras cabezas el centro,
el intermedio,
la isla. 
Y yo me convertía en río y acariciaba vuestros límites,
manando de la montaña del deseo,
sin preguntarme ni una sola vez
dónde iba a dar,
dónde a morir,
en qué momento llevaría toda la historia, conmigo, a acabar en alguna parte.

No soy un objeto de deseo y no puedo convertirme en algo aleatorio y sin importancia que interrumpa en los Viernes noche y pretenda cambiarlo todo.
No cambia nada quien nada es.
No cambia nada quien no confía en sí mismo.

Y yo de repente he entendido que el amor es sólo universal si le roza a una misma.
He huido de la duda. Me he cogido un taxi y no he pasado por ti.
No he sido fuerte, sino que he estado exhausta y no he podido cruzarte.

No soy nadie para ti
y tú eres sólo el reflejo de todos mis amantes frustrados.

No tenemos nombre.

No existimos.
Y en el medio de una linea de edificios rojo fuego, y una ciudad por conquistar, y una niebla de la que me hablaste,
tu recuerdo
entre sombras y sobras,

tu recuerdo

deshidratándose.

27.3.15

Yo que celebro el sol, y le doy el todo al todo, y me marchito y me crezco y bailo sin ataduras y me ato sin música,
yo que crecí de la nada y festejé la pena como se festejan las buenas tristezas,
yo que he vivido y he besado lo que me han dejado
y lo que no,
yo que soy de barro y de huesos y de movimiento y peso,
yo que soy la no deseada, la que mira el techo y cierra los labios,
yo que he tenido todo y he apostado por las maletas y las pocas certezas,
yo.
Yo me despido con estas ganas y con este sabor amargo.
Yo digo adiós con esta voz pesada y estas vergüenzas ardiendo.
Yo cierro la herida que se abrió sin forzarla.

Yo
no he podido conquistar esta ciudad.
Yo
he sido colonizada por esta ciudad.
A mi me han construido estas murallas; miradlas. Y no las derribo,
no he podido.

Yo que celebro el sol he olvidado cómo celebrar la vida.
Y ahora me estoy yendo.

Adiós, ciudad maldita.
Adiós, olor a mantequilla y a seguridad de clase alta.
Adiós a todo lo que no me dejé conocer.


Aquí yacen las imágenes que inventé sobre lo que iba a ser mi cuerpo acariciando el Támesis.

Aquí yacen las fuerzas de dominar las luces de las ciudades que no tienen final.

Aquí me dejo a mi.



15.3.15

Vencer a la muerte a veces fue una sola corazonada.
Fue caminar por desiertos, cargar mis deseos por muy pesados que fuesen,
 besar las bocas necesaria para juntar mi universo al vuestro.

Vencer a la muerte nunca ha sido un todo lo que hemos tenido o todo lo que nos han quitado.
Nunca ha sido tal sólo mi cuerpo respirando,
tan solo mis manos flotando en el agua,
tan solo mis ojos cerrando su consciencia.

Nunca fue tan solo estar viva.

Y entre estación y estación a veces siento cómo la muerte se me sienta en las piernas,
me mira
y me dices
si no flotas, estás fingiendo; y yo te observo.

Sacudo la cabeza.

Sacudo la cabeza e desencadeno un infinito ciclo de oportunidades de las que siempre huyo.
Y asumo que nunca conquistaré una ciudad como esta
y firmo la tregua;
me declaro mortal.

Vencer a la muerte nunca ha sido estar

analíticamente
prácticamente
objetivamente

viva.

Y vine aquí a sepultar mis ganas; sí. Sin saberlo vine aquí a dar guerra a mi verdad.
Y vine aquí a poner a prueba una fuerza que no estaba solo en mis manos.
Y no he vencido,
no estoy venciendo,
estoy tan sólo aguantando como puedo.
Y esto no es vida porque no puedo ver nada,
ni sentir nada.
Y esto no es vida porque no sé quién habita dentro de mi cabeza.
Y no he vencido, no.
Y no me consuelo; eso tampoco. Y deshago mis planes desde la cama,
con la más absoluta falta de entusiasmo,
esperando que algo pase, que vuele un avión que raje el cielo y que,
de repente,
yo este de nuevo con el viento entre los dientes, con la boca bien abierta,
así, como alguna vez hacía,
así de desafiante y de atenta. Como quien declara una guerra que sabe que puede ganar,
como quien sabe que no es estar vivo permanecer inerte en una sangre que corre,
en un corazón que bombea,
en unas piernas capaces de correr sin saber hacia donde.

Como quien está segura de que este pedazo de tiempo no significa nada
si no se tiembla.


13.1.15

Porque empecé a grabar vídeos cuando regresaba a las ciudades y ahora se pierden en discos duros que acabaré por perder. Y no hay nada de poético en la obsolescencia programada. Y tengo más de dieciséis bolsos, tres ex's pero sólo dos cuentan, guardé tarros de cristal, y zapatos viejos, y coleccioné mapas y ahora todo se llena de polvo en los cajones de la habitación de mi infancia. A la que nunca vuelvo del todo.
Porque la infancia es un fantasma azul que sobrevuela tu vida señalando con el dedo lo que nunca entró en los planes de tus padres. Mueve la cabeza tu madre con resignación, cierra los ojos tu padre con decepción.
Porque crema hidratante no es sinónimo de reconocimiento pero sin embargo me recorro con miedo, y masajeo mi carne como un pedazo de masa húmeda y me voy a la cama creyendo que ya me quiero un poco y mis células bailan la danza de la vergüenza. Y porque miro por la ventana cada cinco minutos; calle en plano fijo, señora con perro en plano general, el estatismo en una ciudad agónica y enferma.  
Porque me enamoré de un acento y asumí muchas veces que una canción podría marcarme de por vida y ahora me da la risa, y también bailé reguetón para fingir que mi sensibilidad no me estorba a veces.
Porque mis amigos más brillantes viven con sus padres y duermen mal por las noches y yo no pienso en nadie que no me haya causado un poco de dolor alguna vez. Todo esto es la rueda del hámster. Todo esto es el boomerang del engaño. Todo este drama es obra mía. 
Y no es el facebook mi vida pero es más fácil mirar por la ventana; calle plano fijo, anciano con ganas de morir plano medio. Y no es mi ropa mi nombre pero abrazo un jersey amarillo como el símbolo de mis entrañas. Y no es tu recuerdo la verdad pero es mejor habitado que vacío, hongo que desierto, traición que hospital. 
Porque voy a las manifestaciones con los puños apretados y porque nunca he tenido más de un orgasmo compartiendo cama y me gusta que me muerdan y mi sueño de las seis y cincuenta y cinco de la mañana no se compara con nada. E imagino cuantos charcos de sangre se filtran por las arenas del mundo, y cuantos peces muertos y promesas a la mierda y quién ocupa mi lugar de todos los sitios de los que me fui. Porque abandono los parques con picardía infantil y nunca vuelvo aunque diga te veo luego y siempre abrazo aunque declare que tengo miedo y hace tiempo que todo es exactamente lo que anticipé sin parecerse en color ni en forma. 
Porque soy lo único que podría llegar a ser en este caos, y porque soy todo el desorden de consecuencias poco interesantes y porque soy una lista infinita de razones ilógicas que justifican este hablar continuamente sola. Porque me irrita el mundo y el azul es poesía si a mi me da la gana. Porque su boca diciendo azul es un plano detalle a cámara lenta, y porque soy todo lo que abarco y y todo lo que engaño, y todo  lo que grito.
Soy yo la creación y si existe un dios la d va en minúscula.
Soy yo la obra y a dónde demonios queréis que me dirija.
Soy yo todo lo suficiente, el ruido de la nada, la furia del poeta.
El clamor de todas las batallas.