26.11.11


"El cementerio de pianos era enorme. Las tardes eran del tamaño de generaciones encadenadas. Yo escogía un piano, lo abría y me quedaba mirando su mecanismo en reposo. Nunca conseguía dejar de pensar que mi vida, diluida en el tamaño de aquellas tardes, era exactamente como el mecanismo en reposo de un piano: el silencio frágil de las cuerdas alineadas, la perfección geométrica de su muerte aparente, resucitable en cualquier momento que no llegaba, un momento simple como tantos otros sería suficiente, un momento que podría llegar pero que no llegaba."
Cementerio de pianos - Jose Luis Peixoto



Volver como se vuelve a un amor no resuelto. Apoyar la mano en un lateral y sentir el sonido pulsando las cuerdas y haciendo vibrar la habitación. Aprender cómo funciona una máquina que fabrica emociones. Cerrar los ojos y tratar de descifrar todas las notas, dibujarlas en una línea, cantarla con la garganta cerrada.
Volver como se vuelve, cuando se vuelve con ganas, a las causas perdidas. Sentarte ante el primer blanco y negro que no es pasado, y que se postra ante ti como un cuerpo abierto.
Dar todo, o dar algo, y que merezca la pena.

22.11.11

Ven, certeza, y desenrédame el mundo.

17.11.11

He bebido en bares llenos de gente,
bailado en fuentes,
estudiado en restaurantes y hecho el amor en parques.
He desnudado en calles oscuras y frías,
echado de menos en verano,
querido incondicionalmente (de verdad, sin condiciones).
He viajado sola, pintado casas en mapas desconocidos,
escrito cuatro cuadernos con mis días,
escrito más de 50 con frases que tenía que memorizar.
He escuchado canciones de las que me avergoncé,
y llorado con músicos de calle.
He sorprendido, y he decepcionado,
me han querido y me han jodido.
He dejado de confiar en todo el mundo
y luego me han abrazado.
He tenido suerte, y la he perdido,
igual que las llaves de casa, más de 5 carteras y los paraguas.
He hecho fotos quemadas, oscuras e irrepetibles.
He visto menos películas de las que quisiera, y he grabado videos en Domingos.
Me he deshecho, han hablado mal de mi, me han dicho pequeña.
Me he quemado con el horno, he sido atropellada con un coche,
he quemado kilómetros como se quema la gasolina.
He besado en los subsuelos, he representado muchos papeles,
he querido llorar y he reído.
He vivido en siete casas distintas, hecho más de 4 mudanzas,
subido mi piano por las escaleras de tres portales.
Me he comprado un violín, una guitarra y la boquilla de un saxofón.
He estado en el carnaval de Cádiz, me he dibujado gaviotas,
cogido muchos autobuses.
He ido a muchos conciertos,
amado con Aute, llorado con Ara Malikian y bailado con Tom Waits.
Siempre he pensado que las palabras nunca son suficientes,
y esta vez también es verdad.
Estoy viviendo mi vida tal como quiero vivirla,
a veces al 99%, a veces al 20%.
Vivo en una casa llena de luz, con dos balcones y dos plantas,
y ahora me esperan,
en la calle
llena de luz.
Personas que ahora lo son todo y quizá luego no sean nada.
Qué más da.
Qué bien vivida mi vida.

3.11.11

por fin puedo decirlo alto y claro


nadie sabe nada,
ni siquiera mi nombre.
Se me incrusta una tristeza que no existió nunca antes,
y que no puedo definir
ni tocar
ni llamar por su nombre.

Las ciudades me siguen engañando, y yo me dejo,
y aparezco con los pies mojados
y las ganas dormidas.

Los Otoños nunca dejaron de ser violines ni caminos desandados.