8.3.12

Frío en las camas donde nunca antes se atrevió a pasar el invierno.
Almohadas mojadas y el sexo escondido.
Las escaleras vacías de pasos
y las ciudades oscuras maldiciendo los besos que nunca van a ver.
Los niños sin nombre,
la bombilla de la cocina fundida,
mis pies descalzos sin suelo que pisar.
La tempestad.
Los Domingos por la mañana.
La infancia.
He tenido un día terrible en el trabajo.
Las canciones que permanecerán en el desconocimiento y los paraísos perdidos.
El mundo con las ventanas cerradas.
Los paréntesis y la piel cubierta de verano en un hostal de carretera.
Estás guapa recién levantada.
La madrugada en la que comenzó todo, la tarde en la que pudo haber terminado.
Todos los lugares poniéndose guapos para la foto
y mi corazón dándose entero y solo por todos los rincones de este planeta.
La cantidad ingente de miradas furtivas que no sugieren nada
y el camión de la basura.
Vamos, ¿no ves que llegamos tarde? Pero nos da tiempo, tal vez, a un polvo más encima de la mesa.
Las cortinas abiertas, el vecindario feliz.
Los perros sin amor que ladran por las noches,
el pueblo con mar que tenía la casa perfecta y era azul.

Las estaciones no son una cuestión climática. Voy a comprar todos los vestidos de primavera que existan y voy a seguir coleccionando mapas toda la vida.

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