30.5.12

27.5.12

No sé si existe la suerte
                                                 o el amor,
o si matar es una forma límite de anhelo.

No sé si deseamos con el cuerpo para que no todo sea etéreo,
ni si acaso la fidelidad no es una cadena innecesaria formulada
por la gente con miedo de este mundo
                                                                            (esos que se atreven, después, a pronunciar lealtad con la voz temblorosa).

No sé por qué la palabra revolución os la pone dura
o por qué la velocidad mueve siempre un cosquilleo entre mis piernas.
No tengo ni la menor idea de por qué las ciudades aprietan de a poco e invaden las calles de uno mismo,
ni por qué la infancia se aparece como un fantasma en lugares donde parece que no pasa
nada.

Desconozco a qué saben algunas ambiciones, 
si tienen salida la mayoría de los callejones que recorro,
si la locura es nuestra salvación, nuestra condición, o nuestro llanto.

No tengo la menor idea de si esto es un camino o una playa infinita,
si hay faros más allá de estas nubes, 

si habrá alguien que quiera leerme un rato.


No necesito garantías cuando ya hay algo que cuida de mi, 
ahí fuera,
aquí dentro,

que puede ser el amor, tal vez,

o pueden ser las ciudades,

o incluso, y arriesgándome un poco, 
puedo ser yo misma.

[Yo que tengo un cuerpo, un alma, algunos pensamientos, zapatos insanciables y manos que nunca me han fallado].

Las certezas son para los cobardes. Las dudas para los hambrientos.


[Y yo
ten
go 
ganas.]
*

23.5.12

No podrás leer mi sangre en un papel.

22.5.12

Comprenderlo todo


de repente
(de un golpe)







escuece.

21.5.12

Mi cuerpo por fin se ha sublevado
y ha reaccionado terriblemente mal
ante la idea de querer cargarle a él
toda la rabia,
toda la tristeza
toda la apatía.

Por fin se ha pronunciado.

Era un puto sumiso. Callaba y hacía como que no le molestaba.
Odio la sumisión.
Detesto la cobardía.
A veces era sólo un montón de materia inútil.

Pero por fin ha hablado.

"Basta". Le he escuchado llorar y golpear mis paredes. Yo también he llorado con él.
Mi cuerpo me odia ahora. Me detesta. Quiere vomitar todo lo que yo antes escondí para no ver.

Tirarlo todo para siempre.

No tengo más remedio que buscar la manera de demostrarle mi amor.
(En esta casa vivimos los dos).

Contarle que ya sé que la cobarde era yo.
Regalarle canciones lentas,
manta,
lluvia.
Hacer que me crea cuando le digo que no habrá ni un sólo bocado más,
ni uno sólo,

a algo sin sabor y sin sentido.

Mi cuerpo se ha sublevado y, por fin,
ha declarado que sólo quiere primavera,

que sólo quiere aquel estallido hermoso de vuelta a sí.

Y yo le agradezco que haya sacado el valor por los dos,
y haya gritado fuerte y con rabia,

después de todo,

"esta vientre es mío,
y decido yo".

20.5.12


Soy valiente, me miran los hombros, me preguntan mi nombre. Estoy eclipsada por tanta belleza, tantas luces, esta nube que me lleva por encima de tanta gente. Soy irracional, insensata, catártica. Me reinvento. Camino caminos y me quito la ropa despacio. Me regalo orgasmos, desayunos. Me cantan canciones y no se saben la letra. Se ríen conmigo, de mi, me abrazan, me castigan. Me olvidan.
Me difuminan.
Estoy dispuesta, estoy inquieta, estoy excitada. Soy fuerte y no caigo de cabeza menos cuando me lanzo a un vacío. Debajo de las sábanas hay mucho más,
debajo de la ropa hay mucho más,
debajo de la conciencia hay mucho más.
Tengo paraísos y tengo tormentas; y todo a veces parece un carnaval y otras la guerra definitiva. No necesito nada porque ya tengo el suelo, el cielo, tierra firme y mar.


El origen no se mueve de sitio desde hace años. Desde que me aprendí.




fin de fiesta
6.35 a.m
todos los corazones deshechos y el alcohol por el suelo y las sonrisas insomnes
el recuerdo impuesto

15.5.12

Tengo en la cabeza un centenar de pájaros hambrientos,
unos cuantos atajos que no cogeré por ahora y tres comodines para hacer trampas que prefiero no usar.
También tengo un olor inmune durmiendo en mi almohada, un par de pesadillas recurrentes que ya son parte de mi tranquilidad y varias tormentas tomando forma y fuerza.
Tengo las huellas de unas suelas gastadas que ya tiré y el recuerdo de una noche de verano que me da frío. Cuadernos con hojas que prenden como papel de fumar, caminos pendientes y dientes para morder el miedo, la vida y el deseo. Te tengo a ti riéndote conmigo, varias maneras diferentes de aceptar las futuras derrotas y un borrador sobre cómo recuperaré lo que merezco.
Tengo lugares que nadie pisará jamás, vestidos nuevos, viento, acción. Tengo rabia, rencores insípidos y la curiosidad intacta.
Tengo en la cabeza un millón de bombas que podrían estallar en cualquier momento,
y tengo la boca dispuesta para cazar toda la fuerza al vuelo.

10.5.12

Puedo partirme la vida y cambiarme el vestido. Puedo mentir con timidez "María" cuando alguien me pregunte, y puedo ser frívola y fingir fatalidad. Puedo apasionarme honestamente con una historia que no es mía y puedo morder lenguas sin rostro. Puedo disimular, hacer como que mi tristeza no es dulce, aparentar serenidad. Puedo despertarme debajo de un techo extraño y vestirme con forzada lentitud. Puedo desvivirme por un cielo que se cae y morirme con el recuerdo de una noche de verano sin que nadie lo sepa.
Pero eso sí,
que nadie me hable de amor si no quiere escuchar que es sólo un cuerpo el que busco en mitad de mis pesadillas y recuerdo en el punto central de mi deseo, que es sólo un nombre el que puedo vocalizar cuando no recuerdo quién soy, que es sólo una persona en el mundo por la que dejaría de alimentar mis catarsis y quemaría mis noches sin compasión.

[A sabiendas que él nunca me dejaría prender la mecha.
 Y por eso mismo.]


Y para el calor siempre hay soluciones: http://www.youtube.com/watch?v=INkLVwtIr_I&feature=related

9.5.12

No se nos vio la cara con el pelo pero estábamos sonriendo, y estábamos tristes. Rajando la ciudad como algunas veces antes habíamos hecho, con la cabeza a años luz y las manos una dentro de la otra.
Si se acaba el invierno de qué nos vamos a curar, cuál va a ser el frío al que plantar cara, qué va a pasar con todas las habitaciones que huelen a cerrado y que esperan que abramos sus ventanas. A qué va a oler volver a casa.
No se nos vio el pecho pero teníamos un corazón que dormía en alguna parte. Arrastrando los pies y pensando dónde colocar ese millón de hojas muertas. Cantando con la voz pequeña y con la boca cerrada.
Pensábamos “si arden las ciudades dónde vamos a vivir”, cuál será el siguiente desafío, con qué vamos a iluminarnos los ojos cuando todo se haya convertido en cenizas.
No se nos vio la piel pero nuestra sangre fluía como un río que se está quedando dormido.
Bailando lentamente con la inercia del deseo, traicionando con nuestros pasos el silencio que inventamos. Todas las canciones que no nos habían dado permiso, todos los momentos que esperaban impacientes detrás de la puerta. La muerte que se anidaba en sus años y que irrumpía en los míos.
Grité fuerte “bésame de una vez y estoy segura de que todo el mundo lo escuchó. Pero no era invierno. Tampoco era la casa. No era el fuego. Y tal vez ni siquiera éramos los mismos.

8.5.12




Pero lo importante es, a veces,
que el amor existe
y que también se puede hacer.

4.5.12



La oscuridad mancha el suelo y el humo nos difumina los ojos y nubla las miradas.
Aguanto los acentos con imprevisible fortaleza.
Escondo el teléfono en el fondo del bolso.
Dejo que las palabras que no puedo darte se mueran en mi cabeza.


No está bien decir que me muero de ganas.
Y que, de a ratos, también simplemente me muero.

3.5.12

No se olvida un baile lento, la emoción desbordándose, mis movimientos reflejados en unas pupilas. No se olvida la oscuridad contenida en su boca.
No se olvida un cuerpo recorrido, el olor del látex, la alegría del sonido de una puerta que se cierra. La lascivia en los portales, el deseo despierto (y despertando). El agua rodeándonos.
No se olvida el vicio y la piel. El ritmo. Las ganas.
Mi lengua acuchillando, las manos que me dieron de comer. 
No se olvida la filmografía erótica de tu propia vida. Ni un solo fotograma, ni el silencio. Ni el acento.

No se olvida un baile lento.
Ni los que jamás se bailarán.



1.5.12

trozos de otros tiempos y de otros suelos y de otra vida











Si teníamos hambre masticábamos ciudades.
Si teníamos sed nos cambiábamos el nombre y rompíamos los vasos después.
Yo siempre estaba  en primera fila,   ávida,   con todas y cada una de las ganas.
Apretaba los labios y no los dientes. Me fascinaban los atardeceres. Me quitaba la ropa despacio.
Me sobraban los besos.
No quiero que vuelva aquel sonido. Mi risa ahora suena distinta.  Pero era bueno saberse loca, capaz y 
eterna.