Clavar el cuchillo y dejarlo dentro. Susurrar "jamás volveré".
Descuartizarla lentamente.
Vaciar los armarios. Meter los libros en cajas. Disfrutar con el crimen mientras se me queda un sabor amargo. Arrancar mis fotografías de las paredes. Dejarla oscura e inerte.
Descuartizar la habitación que me costó tanto conquistar.
Devolverle el frío de la primera noche.
Ganar la batalla.
Abandonar en su sentido más hondo, y por primera vez ser capaz de sonreír con ello.
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