Andrés era mentira.
Era tan mentira como mis mensajes de madrugada y mis besos de la mañana.
Y el sexo reposado y el sexo rebosado, y qué es recuerdo sino un espejo en el que mirarse. Y Andrés era mentira pero yo soy casi perfecta.
Pedro era mentira.
Era mentira igual que Oporto también lo era. Y Fela Kuti sonando en las paredes, y mis bragas debajo de la almohada, y la lluvia que nos calaba llegando a casa.
Él escribía jazz pero el jazz también era mentira, y el afrobeat, y el blues, y el rock. Pero yo no; yo soy aproximadamente perfecta.
David era mentira.
Pero su belleza no. Su belleza se clavaba como un puñal que te atraviesa sin sentir piedad. Y su coche cruzaba el verano y yo dejaba a mi pelo bailar libre sin querer preguntar verdad o no. Y David nunca pudo quererme aunque yo fuese prácticamente perfecta.
María era mentira.
Como el espejo en el baño, las promesas y los veranos; las cursilerías lícitas en cada adolescente. Era mentira correr de la mano, era mentira que todos le prefiriesen a ella. Las canciones arañaban mientras yo no sabía que era inconscientemente perfecta,
pero lo era.
Nano era mentira.
Y Gijón también lo era, y también Londres. Y las orejas frías, y los mapas y el ketchup y los perritos calientes. Sobre todo los perritos calientes. Aunque yo fuese espontáneamente perfecta, la playa de San Lorenzo no lo era, porque era mentira.
Seba era mentira.
Era mentira igual que lo de que el infinito era nuestro. Era una puta estafa igual que Barcelona ardiendo, el té ardiendo, mi sexo ardiendo. La cama era mentira mientras yo me sentía más perfecta que nunca.
Mi ansiedad es mentira.
Es mentira igual que mis pulmones sin aire, la luz del frigorífico en horario nocturno, mi madre llorando a escondidas.
El amor es mentira.
Escribir sobre mi es mentira.
Mis pesadillas son mentira.
que me conmueva un poco,
que me mienta un poco.
La mentira es perfecta,
y la perfección es mentira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario