29.5.14

Ahí afuera la gente se dispara, se daña, se aniquila, se escuece.

En Europa crece la extrema derecha,
siguen explotando Potosí,
prostituyendo la moralidad,
y ahora me aburren los poemas de amor.

He dejado de frecuentar cafeterías y vuelvo a los blogs que abandoné para no ser mapa en tus manos.
Guardo los rencores entre los huesos y últimamente no recuerdo quién de los dos saltó primero.

En Brasil miles de familias son desalojadas para dar brillo al Mundial,
el patriarcado pone los pies encima de la mesa de tus padres y pide la cena,
y yo me duermo en tus películas favoritas
y tarareo con cansancio el camino recorrido.

Coca-cola escupe balas sobre Colombia mientras escribe felicidad en nuestra televisión,
en Perú a los centros comerciales se les llama desarrollo,
yo he caminado por tu barrio en sueños y creo que huía de ti.

Llevo la pena metida por los pantalones que no uso,
recuerdo Los Andes y mis recuerdos son amarillos,
se me mojaron de lluvia los cuadernos de viaje porque en Bolivia sólo hay asfalto si pasa el Dakar.

Ya no me acuerdo de ti (ni de tus muertos).
Y todo esto no se parece a un poema ahora.

Me irrita la fragilidad, me espanta el pesimismo,
me cansa la autocomplacencia.

A veces la vida es tan terrenal que sabe a polvo.


Ahora soy feliz.
Y a veces me aburre.

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