23.7.12

Esta calma extraña significa que el pasado no puede pasar, que las fronteras son firmes, que esta vez no es mi cabeza la que sella las rendijas. Este silencio de pájaros y aire es la resaca de tanto ruido y tanta rabia. 
No sabéis cómo llegar; se os está olvidando porqué me buscáis.
Se os está olvidando todo.
Este no lugar no me ayuda a construirme, pero no derriba ningún muro. Me da tiempo. Me seca la ropa mientras pone en evidencia que soy yo misma la que alimenta a mis fantasmas. Me salva un rato.
Esta cama es la primera cama no ideada para el deseo, esta carretera no llega a ningún sitio. Este campo infinito jamás podría arder. Este pueblo no tiene normas, y el destierro ha sido cosa mía, y la culpa me señala con mis propias manos pero no me provoca nada.
Aquí las paredes también sueñan, y las estrellas llueven y el cielo no llora pero a veces vuelve triste. Los árboles susurran y es el único idioma que entiendo y quiero entender. Y atravieso los campos porque sé que es lo que no volverá a llevarme lejos de mi misma, y borro las huellas porque no pretendo que retengáis mi nombre y lo cubráis de polvo. 
No estoy curada pero estoy durmiendo durante todo un verano. 
Vuestras heridas se llenan de sol aquí; se confunden con el resto de piel. No recuerdo cómo dolíais, y tampoco olvido porqué voy a tener que irme durante toda mi vida.
Hasta aquí no llegan las postales y las únicas certezas son las que prometen futuras huidas. 
No tenéis nada para mi. Estoy a salvo.
Este vergel repleto no ciega pero tampoco respira. También tiene un precio; como vosotros. Me ha quitado la voz y por eso no os estoy gritando, sólo me deja mirar y por eso os doy la espalda. 
Un día voy a irme. De aquí y de todos sitios. He encontrado un paraíso y voy a abandonarlo como a todos los demás.
Lo cubriré de sangre, haré las maletas deprisa, volveré para pediros las reglas de vuestro próximo juego. Le dejaré en silencio y guardaré para mi toda la velocidad.
Prefiero mi palabra, mi nostalgia, y también mi mala suerte.

Sólo algunos malditos o buenaventurados nacieron para tanta calma.

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