No sabéis cómo llegar; se os está olvidando porqué me buscáis.
Se os está olvidando todo.
Este no lugar no me ayuda a construirme, pero no derriba ningún muro. Me da tiempo. Me seca la ropa mientras pone en evidencia que soy yo misma la que alimenta a mis fantasmas. Me salva un rato.
Esta cama es la primera cama no ideada para el deseo, esta carretera no llega a ningún sitio. Este campo infinito jamás podría arder. Este pueblo no tiene normas, y el destierro ha sido cosa mía, y la culpa me señala con mis propias manos pero no me provoca nada.
Aquí las paredes también sueñan, y las estrellas llueven y el cielo no llora pero a veces vuelve triste. Los árboles susurran y es el único idioma que entiendo y quiero entender. Y atravieso los campos porque sé que es lo que no volverá a llevarme lejos de mi misma, y borro las huellas porque no pretendo que retengáis mi nombre y lo cubráis de polvo.
No estoy curada pero estoy durmiendo durante todo un verano.
Vuestras heridas se llenan de sol aquí; se confunden con el resto de piel. No recuerdo cómo dolíais, y tampoco olvido porqué voy a tener que irme durante toda mi vida.
Hasta aquí no llegan las postales y las únicas certezas son las que prometen futuras huidas.
No tenéis nada para mi. Estoy a salvo.
Este vergel repleto no ciega pero tampoco respira. También tiene un precio; como vosotros. Me ha quitado la voz y por eso no os estoy gritando, sólo me deja mirar y por eso os doy la espalda.
Un día voy a irme. De aquí y de todos sitios. He encontrado un paraíso y voy a abandonarlo como a todos los demás.
Lo cubriré de sangre, haré las maletas deprisa, volveré para pediros las reglas de vuestro próximo juego. Le dejaré en silencio y guardaré para mi toda la velocidad.
Prefiero mi palabra, mi nostalgia, y también mi mala suerte.
Sólo algunos malditos o buenaventurados nacieron para tanta calma.
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