Acercar la soga a los corazones cansados de latir aún sabiendo que son ellos los que dan cuerda al mundo. Empujar después la silla.
Beberse los veranos estancados en bares de barrio, besar las malas costumbres disfrazadas de labios extraños, bailar con la muerte de viejas pasiones mientras otro mundo explota en algún sitio.
Buscar pretextos en cuchillos afilados, moderle el cuello al invierno, permanecer en una vida que no es la tuya mientras cesa la tormenta.
Cumplir el protocolo.
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