"El cementerio de pianos era enorme. Las tardes eran del tamaño de generaciones encadenadas. Yo escogía un piano, lo abría y me quedaba mirando su mecanismo en reposo. Nunca conseguía dejar de pensar que mi vida, diluida en el tamaño de aquellas tardes, era exactamente como el mecanismo en reposo de un piano: el silencio frágil de las cuerdas alineadas, la perfección geométrica de su muerte aparente, resucitable en cualquier momento que no llegaba, un momento simple como tantos otros sería suficiente, un momento que podría llegar pero que no llegaba."
Cementerio de pianos - Jose Luis Peixoto
Volver como se vuelve a un amor no resuelto. Apoyar la mano en un lateral y sentir el sonido pulsando las cuerdas y haciendo vibrar la habitación. Aprender cómo funciona una máquina que fabrica emociones. Cerrar los ojos y tratar de descifrar todas las notas, dibujarlas en una línea, cantarla con la garganta cerrada.
Volver como se vuelve, cuando se vuelve con ganas, a las causas perdidas. Sentarte ante el primer blanco y negro que no es pasado, y que se postra ante ti como un cuerpo abierto.
Dar todo, o dar algo, y que merezca la pena.